
13 May Cancha de Golf: Pulmón verde y semillero de deportistas para Antofagasta
Era la década del 80 en la ciudad y los primeros golfistas del Club soñaban con un green para practicar junto al mar el deporte traído por ingleses y americanos a la región
La explotación salitrera y luego la minería atrajeron a la capital regional a extranjeros quienes se trasladaron junto a sus familias y nos legaron parte de su cultura y también la pasión por deportes que en el Norte del país eran aún desconocidos.
Así partió el Golf en la región, primero en Chuquicamata Calama y Tocopilla en los años 40 y 50, cuando los entusiastas deportistas enfrentaban el duro clima, mientras Antofagasta no quedaba atrás, con una de las primeras canchas de tierra que se construyeron en el sector conocido como La Chimba.
Así de a poco el Golf fue ganando adeptos con los primeros clubes, en donde destacó desde sus inicios, la Rama de Golf del Club Social y Deportivo AutoClub que desde su fundación en 1919, promueve la práctica deportiva y valores como el compañerismo y camaradería entre sus socios.
Uno de los precursores de este deporte en el Club es el médico ginecólogo antofagastino Víctor Gálvez, quien ingresó en 1984, atraído por el Golf, ya que antes jugaba en La Chimba. Al llegar, encontró una cancha de tierra de poca extensión, “sólo había unos pequeños árboles plantados en el perímetro que sembró Marcos Kútulas, gran gestor de este deporte en Antofagasta”, enfatiza el profesional.
En esa época según relata, era muy duro jugar, las canchas eran de tierra y los greens se hacían con arena y aceite quemado. No había difusión a través de la televisión por ejemplo, sólo algunas personas lo conocían y aunque en un inicio era sacrificado practicarlo, “siempre fue una instancia muy enriquecedora, ya que acá no juegas contra otros jugadores sino que contra la cancha, y aunque aún no le ganado, espero hacerlo algún día”.
De la tierra al pasto
Los años pasaron y entrada la década del 90, la rama de Golf fue sumando socios, quienes comenzaron a soñar con mejorar el espacio y plantar pasto. Aunque la idea de vencer la aridez del desierto y salinidad del aire marino, al inicio parecía una locura, la oportunidad surgió por un viaje de estudios a EEUU que realizó el ginecólogo, “la universidad en donde me matriculé, me dejó jugar y ahí me enamoré de la cancha de pasto, y busqué mil formas de lograr algo así en la ciudad. Lo primero que pensé fue, si el Estadio Regional tiene pasto, ¿por qué el Club no podría?”.
Así, junto a Jorge Erazo, antiguo colaborador que aún permanece en AutoClub, se aventuraron con la primera siembra de pasto en la llegada del hoyo 3. “Esto, porque teníamos una manguera que sólo alcanzaba hasta esa zona. Después conocí las semillas de Bermuda, que sembramos en una superficie de 30 mts cuadrados, para lo que preparamos la tierra, sacando piedras y fertilizando el espacio, con nuestras propias manos y en secreto sin que nadie supiera”, confiesa Víctor.
Con riego y dedicación, lograron hacer florecer esa franja en el medio de la cancha y junto con el entusiasmo de más socios, el sueño se volvió una realidad, con el apoyo fundamental de dos directivas, encabezadas por Marcos Kútulas y Patricio Ly, ambos golfistas.
La cancha que se transformó en un pulmón verde para el sector sur de Antofagasta fue posible también gracias a otros aportes, como empresas que en los años 90 y en pleno boom minero, facilitaron los materiales necesarios para la ejecución de las obras lo que permitió el rediseño.
Fue una época de prueba y error, recuerda Víctor, “Eso me llevó a experimentar en mi propio patio, primero con pasto Agrostí, intento que fracasó, hasta que di con la Bermuda enana, híbrido de laboratorio, que conseguí con el dueño de una cancha en el Lago Rapel. Así planté los primeros estolones en el patio de mi casa. Como eso resultó, junto a otros socios, un domingo que mi esposa también golfista, no estaba, lo retiramos por completo para trasplantarlo dejando un gran hoyo en mi patio”,
Ya con la base para los fairway y los greens, surgió la segunda dificultad, el agua para el riego.
El desafío del agua

Victor Gálvez, golfista de AutoClub, inició junto a antiguos socios la forestación de la cancha en los años 90.
En esa época la ciudad sufría prolongados cortes de agua, lo que representó un doble desafío para los motivados golfistas, “Justo se dio que la empresa By Water necesitaba reciclar agua servida, del sector sur de la ciudad. Así, mediante una alianza el Club les cedió un espacio para el reciclaje de esta agua que fue utilizada en el riego, ya que en el Norte no se puede usar agua de consumo humano para estos fines”, explicó el golfista.
Los esfuerzos se fueron sumando y las donaciones también, como la arena y el guano que proporcionó la familia Kútulas provenientes de sus granjas de gallinas.
De esta manera, se volvió costumbre, pasar todos los días a mirar si habían brotado las tolones, chequear el riego y los avances de este gran proyecto que a los 15 días, les regaló un manto verde que tímidamente asomaba entre lo café del paisaje y que Víctor Gálvez recuerda con especial emoción.
“Este ha sido uno de los partos más difíciles y también uno de los más lindos, porque nos movió la pasión por el Golf, se generó una magia que lo hizo posible. Es un gran regalo trabajar con la tierra y lograr esa conexión, en donde nuestras familias fueron un condicionante importante, así como los amigos”, concluyó Víctor.
Grandes desafíos
La construcción de la cancha de pasto de 6,5 hectáreas y 9 hoyos tardó 12 meses, y ya cumplió 20 años brindando grandes emociones a los golfistas locales y también nacionales, ya que deportistas de la talla de Joaquín Niemman han recorrido sus greens.
Según explica Alessandro Coronata golfista desde los 30 años y socio capitán de cancha, hoy la rama de Golf la componen 50 socios entre hombres y mujeres de todas las edades, además de 20 niños y niñas desde los seis años presentes en la escuela de Golf del Club, a esto se suman las clases particulares que ahí se imparten diariamente.
“Este es un deporte que si bien se juega sólo, despierta el compañerismo por ser protocolar, se juega hasta una edad avanzada, te obliga a trabajar la resiliencia, la coordinación motora gruesa, son largas caminatas evaluando las condiciones climáticas y geográficas ya que afectan tu resultado, se practica al aire libre lo que te mantiene en contacto con la naturaleza y un sin fin de ventajas”, agrega Coronata.

Alessandro Coronata, capitán de cancha es el responsable del cuidado del pulmón verde
Además, lograr crear la mayor área verde del norte de Chile en una zona adversa, fue una gran proeza y un regalo de la naturaleza, afirma el capitán de cancha, “Por la salinidad del aire marino y el subsuelo salino el desafío era aun mayor, pero un factor importante fue el trabajo colaborativo y los aportes que recibimos como el pasto donado por Don Mario Kappes».
Si bien la cancha no tiene la superficie de una normal, aclara Alessandro, contamos con la tecnología necesaria para mantener esta área junto al mar en excelente estado todo el año, y aunque no es reglamentaria como decía por el menor tamaño, se han implementado obstáculos que suben la dificultad, “por eso el desafío para los jugadores externos no es menor, por lo general se les hace más difícil, ya que se necesita mucha precisión más que distancia”, destacó.
Proyección
Ambos golfistas coinciden en las ganas de continuar con esta tradición deportiva en la ciudad ya que la idea es mantener la cancha, mediante un programa de reforestación y motivando a más socios a que se inscriban, además de traspasar a la comunidad los conocimientos técnicos que les permitieron forestar la zona.
Otro factor fundamental en el cual coinciden ambos, es la contratación del profesor de Golf Francisco Alvarado, quien aporta con toda la expertise y trayectoria de su trabajo en Venezuela y Chile entrenando a los mejores jugadores latinoamericanos.
Desde los inicios de la rama de Golf, las actividades formativas para niños y niñas afianzaron el semillero de futuros golfistas locales, despertando la pasión por este deporte desde muy pequeños.

El joven talento del Club Max Santander entrena diariamente
Uno de los mejores representantes del Club, es Max Santander Figueroa de 14 años. Desde los 10 años juega Golf motivado por un amigo de su padre, “Desde que partí me enamoré de este deporte que requiere concentración, paciencia, perseverancia y además lo paso bien y hago muchos amigos”, destacó el joven golfista.
Según Max, lo más difícil fue insertarse en el circuito nacional e internacional, ya que ha competido en distintos puntos del país, y en el extranjero también, “ya que me he competido con otros jóvenes rankeados a nivel nacional y medirme con ellos siempre es un desafío”.
Actualmente participa en el circuito nacional de menores por lo que debe entrenar constantemente, “Es un poco complicado organizarme con el colegio, porque los estudios son muy importantes y mi meta es llegar a la universidad a través del deporte, por eso trato de entrenar todos los días, aunque sean 30 minutos, por eso se me hace el triple de difícil combinar estos dos intereses, pero igual invito a todos los jóvenes a que se atrevan y lo practiquen porque trae muchas satisfacciones”, concluyó Max.
Así tras más de 20 años de historia, la cancha de Golf de Auto Club espera continuar recibiendo por muchos tiempo más a los amantes de este deporte que comenzó tan tímidamente a desarrollarse en la región de la mano de pioneros antofagastinos como Víctor Gálvez, Emilio Ulloa, Marcos Kútulas y Alessandro Coronata entre otros.

La actual directiva de la rama de golf promueve durante el año una serie de torneos internos y nacionales
Sorry, the comment form is closed at this time.